domingo, 1 de noviembre de 2020

Manuel Belgrano y la Educación

 





"Mucho me falta para ser un verdadero padre de la Patria, me contentaría ser un buen hijo de ella", había dicho una vez Manuel Joaquin del Corazón de Jesús Belgrano. Y su deseo se cumplió ampliamente. Porque si algo, entre tantas y tantas cosas, que hay que reconocer de éste hombre, es que fue el mejor hijo que la Patria pudo tener.

Hay mucho que hablar sobre Belgrano, padre de la agricultura nacional, entre otras cosas. Pero en esta oportunidad quiero hablar de Manuel Belgrano como padre de la educación, faceta poco conocida de este abogado que empezó a recibir la enseñanza de primeras letras por parte de su madre, Maria Josefa González Casero.

Si bien la familia del lado paterno era una de las más antiguas de Oneglia (Liguria, Italia), luego de terminar sus estudios en el Colegio San Carlos de licenciado en Filosofía, fue enviado rumbo a España para que continuase adquiriendo conocimientos, siendo así que el día 4 de noviembre de 1786 ingresó a la célebre Universidad de Salamanca. Tres años después obtuvo el grado de Bachiller (en Valladolid) y para 1793 ostentaba el título de abogado. Sobre éstos años, él mismo dejaría documentado en su autobiografía: "Confieso que mi aplicación no se contrajo tanto a la carrera que había ido a emprender, como al estudio de idiomas vivos, de la economía política y el derecho público y que en los primeros momentos que tuve la suerte de encontrar hombres amantes del bien público, que me manifestaron sus ideas, se apoderó de mi el deseo de propender en cuanto pudiese al provecho general, y el de adquirir renombre con mis trabajos hacia tan importante objeto, dirigiéndolos particularmente a favor de mi patria".

Para 1794 es llamado por el Rey Carlos IV para ser nombrado Secretario del Consulado de Buenos Aires. Es ahí donde haría su primer gran contribución a la educación: en el año 1799 funda las escuelas de Dibujo y de Náutica. Asimismo en su rol de periodista, llevó adelante una cátedra escribiendo al respecto sobre política, estadísticas, industria,  educación,  agricultura, navegación y comercio para los habitantes de la antigua ciudad. 

BELGRANO EL FUNDADOR DE ESCUELAS 

Pasados los acontecimientos de las Invasiones Inglesas y la Revolución de Mayo (donde fue nombrado Vocal de la Primera Junta de Gobierno) tomó mando del ejército que emprendió la expedición rumbo al Paraguay. Allí,  como Jefe de la misión que buscaba la independencia del país guaraní, fundó el pueblo de Curuzú Cuatiá y en él, la primera escuela pública, comenzando así una costumbre que no se detendría.
 
No le fue posible el triunfo con las armas en esa ocasión, a lo que la respuesta al por qué la daría Mitre: "La guerra fue en él un simple accidente".

Belgrano fue un maestro tanto a la hora de dar enseñanzas como al momento de dar ejemplos mediante su estilo de vida transparente. Supo soportar agravios, calumnias y hasta las peores de las ofensas como el olvido y la ingratitud sin rencores ni represalias.

Entre los biógrafos e historiadores hay unanimidad en cuanto al las características de la vida y la obra del creador de la Bandera nacional: "Patria, Educación y Progreso". Las tres bajo el paraguas de las virtudes cristianas.

SARMIENTO SOBRE BELGRANO 

Como dije en uno de los párrafos iniciales, la faceta del Belgrano educador, creador de escuelas no es tan popular como debería serlo. A mis palabras las pueden respaldar las de Domingo Faustino Sarmiento, que ya en ese entonces decía: "La generación presente ignora casi que que Belgrano fuese otra cosa que el General vencedor de Tristan en Salta, derrotado en Vilcapugio, Ayohuma, Paraguay y otros lugares".

Pero más aún desconocido es el inicio del Belgrano educador, vocación que nació a temprana edad en él, cuando al igual que su madre hizo con el, fue maestro de su hermano mayor, a lo que Mitre escribía: "...leía por su hermano, entonces de 17 años, lo impulsó entonces a oler grandes cosas, realzando las esperanzas de este apóstol de la verdad que le revelaba la grandeza del destino de los hombres que se consagran al bien de sus semejantes porque hay palabras en en la primera edad que deciden los destinos futuros". 

SALTA: FUNDAMENTAL PARA SU OBRA

Hice mención antes en las palabras de Mitre de que Belgrano no era un militar nato sino que tomó las armas con la con la finalidad de de luchar por su patria y estuvo al frente de la expedición al Paraguay y en la que pese a haber perdido, dejó sembrado el espíritu independentista y al tiempo el país limítrofe era libre. Pese a eso fundó las Baterías Libertad e Independencia en las Barrancas de Rosario y también reemplazó a Rondeau al frente del Ejército del Norte y fue jefe del Regimiento Patricios.

Pero siendo su profesión abogado, economista y periodista, tendrá en el campo militar, dos victorias resonantes: la primera será el 24 de septiembre de 1812 en Tucumán, mientras que la segunda iba  a ser en Salta  (13 del febrero de 1813) y la cual le  valdría una recompensa que le pudo haber hecho cambiar su futuro económico y personal pero que sin embargo la cedió para la creación de cuatro escuelas. 

Consumada la victoria en Salta, la Asamblea Gral. Constituyente nombra a los vencedores "Beneméritos de Alto Grado" a los jefes y oficiales  (a quienes les entrega un escudo de oro, plata y paño con la leyenda "La Patria a los vencedores de Salta") y suboficiales y soldados. En cuanto a Belgrano, la Asamblea le hizo entrega de un sable con guarnición de oro y un grabado que reza "Al Benemérito Gral. Belgrano" y la suma de cuarenta mil pesos.

EL DESTINO DE LA RECOMPENSA 

Una vez notificado Manuel Belgrano de la recompensa con la que había sido reconocido tras el triunfo en Salta, éste escribe al gobierno que dicha suma fuera destinada a la creación de cuatro escuelas públicas de primeras letras en el norte, siendo los lugares elegidos Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero.

En la misiva, el prócer expresa: "Creo propio de mi honor y de los deseos que me inflaman por la prosperidad de mi patria, dedicar los 40 mil pesos destinándolos a la creación de 4 escuelas de primeras letras en que se enseñe al leer, escribir, la aritmética, la doctrina cristiana y los primeros rudimentos de los derechos y obligaciones del hombre en sociedad".

Los reglamentos para dichas escuelas fueron redactados de puño y letra  por él mismo. Tan excelente programa educativo ideó Belgrano que, al escribir sobre este tema Mitre sentencia: "El artículo 18 es digno de una mención especial porque es a la vez de ser el reflejo del alma bella de Belgrano, una pintura acabada del bello ideal de un director de niños".

El artículo 18 expresa: "El maestro procurará con su conducta y todas sus expresiones, inspirar a sus alumnos amor y orden, respeto a la religión, moderación y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la virtud y a las ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, despego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión, lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la la vida y un espíritu nacional que le haga preferir el bien público al privado y estimar en más la calidad de americano que la de extranjero".

Recibida la carta, el gobierno acepta y remite el reglamento que rige a las cuatro escuelas, siguiendo la influencia de grandes pensadores italianos y españoles (Candillac y Genovesi).

CÁRCEL Y VUELTA A BUENOS AIRES 

Ya enfermo y estando en Tucumán, fue detenido el día 11 de noviembre de 1819 a manos de un grupo de sublevados y estando en esa condición hasta febrero de 1820.

Deteriorada su salud por demás, regresó a Buenos Aires sin un solo peso y haciéndole un pedido expreso a su hermano, el canónico Domingo Estanislao: el de cuidar sus escuelas. 
Pagándole al médico que lo atendió hasta el último instante con el único objeto de valor que le quedaba (un reloj) dijo sus últimas tres palabras: ¡Ay, patria mía! Acto seguido, pasó a la inmortalidad dejando un legado que solo una persona como Él podía dejar.

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